APOYO LINGÜÍSTICO AL DIALECTO NAVIDEÑO por Dolores Aleixandre
*Diminutivos: tolerancia cero: Nada de niñito Jesús, angelitos, pastorcillos (icos, ets, itos, uelos o iños, dependiendo de cada autonomía), ovejitas o pucherito de gachas. Nada de jugar a Gulliver en el país de los liliputienses y mirar a los personajes de los relatos evangélicos como figurillas de nacimiento, desde la suficiencia inconfesada de quien estaría deseando decir carraspeando un poco e impostando levemente la voz ante un auditorio de padres y madres atentos e ilustrados: Bien, en la clase de religión intentamos explicar a sus hijos que las narraciones navideñas pertenecen al género midrásico y carecen de intencionalidad histórica... (Pero no lo decimos porque el conjunto de la gente está bastante lejos de ser ilustrada y además suelen enfadarse mucho cuando alguien pretende tocarles las cosas que aprendieron de pequeños).
*Refuerzo de los posesivos: Para reconocer sin rodeos que la Navidad es nuestra. No de El Corte Inglés, ni de Disneylandia, ni de los anuncios de cava. Estamos ante la ocasión de aprender de aquella primera generación de cristianos que aprovecharon los fastos y jolgorios imperiales del Natalis Solis Invicti para establecer ahí, sin pedirle permiso a nadie, la solemnidad del Nacimiento del Señor. Ahora nos toca a nosotros aprender de la sagacidad de aquellos hijos de la luz para recuperar una fiesta que es nuestra
*Análisis detenido de los nombres propios para captar los guiños que nos hacen los personajes de los relatos bíblicos de Navidad. Buscar tiempo para leer y rezar pausadamente los textos evangélicos de estos días, recuperando a sus protagonistas, dejándolos que nos hablen y recordando que su historia es la nuestra; es decir, que cada uno de nosotros podemos acoger a Jesús como María, los pastores, José o los Magos, Simeón o Ana.
*Examen de preposiciones y adverbios. El que el nombre de Dios sea ahora “Dios-con- nosotros” es suficiente para dejarnos pasmados durante mucho tiempo y el tenerle cerca para siempre, gracias a la encarnación de su Hijo, es otro motivo para alegrarnos la vida.
*Incentivo a la investigación etimológica que nos descubre verdaderos tesoros. Sin ir más lejos, en el anuncio de los ángeles a los pastores el término griego eudokía: viene de un verbo que significa parecer, considerar y como tiene delante la partícula eu (bien, bueno), habría que traducirlo como buen parecer, o complacencia. Así que le parecemos bien a Dios, le caemos en gracia y se derrite cuando nos mira, vaya. Este es el notición de la Navidad, el motivo por el que nos felicitamos unos a otros, nos hacemos regalos, cantamos villancicos o nos ponemos ciegos de langostinos.
*Suspenso a la mala traducción. Los que leían al principio eudokía, entendían estupendamente que era cosa de Dios porque es algo que Él tiene dentro y por eso no puede evitar que le caigamos divinamente, más allá de que seamos buenos, malos o regulares. Responder al notición y tratar de ser buena gente (tener buena voluntad) viene después: de entrada, lo que importa es alegrarnos, asombrarnos y llenarnos de agradecimiento al sabernos queridos tan gratuitamente. Pero llegó San Jerónimo y tradujo el evangelio al latín: Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus bonae voluntatis, y al pasar del latín al castellano, dejó de quedar claro que lo de la buena voluntad era cosa de Dios y pasó a significar otra cosa: que la paz de Dios está destinada a los hombres y mujeres que tienen buena voluntad, mientras que a los de mala voluntad y sinvergüenzas varios, palo y tentetieso. Eso ya no tenía ya casi nada que ver con el anuncio de aquella Noche, pero ahora encajaba mejor en nuestra mentalidad raquítica y plana, propicia a imaginar a un Dios parecido a nosotros: le cae bien la gente de buena voluntad y los otros, que se arrepientan y se porten bien y entonces les querrá también a ellos. El remate llegó con la traducción del Gloria de la misa: En la tierra, paz a los hombres que ama el Señor. Es mal castellano y tendría que haber dicho: Paz a los hombres a los que Dios ama y como tal como está suena raro, casi todo el mundo dice (fíjense en la próxima misa a la que vayan): Paz a los hombres que aman al Señor. Y lo decimos no sólo porque suena mejor, sino porque coincide más con aquello que en el fondo seguimos pensando y creyendo.
*Matrícula de honor a quien se agarre en esta Navidad a la eudokía de Dios y se exponga a la luz y el calor que emanan de ella. A quien se refugie bajo sus alas y se sienta, junto con la humanidad entera, abrigado a su sombra. A quien recobre la respiración larga y tranquila de quienes no tienen miedo y se saben a salvo. Y, aunque resulte difícil y casi incomprensible, a quien se crea que el que Dios le quiera no tiene que ver con sus esfuerzos, trabajos, virtudes, conductas solidarias o valerosos compromisos. Todo eso, o nace del agradecimiento o nos convierte en clones de los fariseos.
*Facilidades para intercambios con nativos. Importantísimo lo de practicar conversación con quienes comparten nuestras opciones creyentes y sacudirnos esa afasia para hablar de las cosas de Dios que termina por volvernos amnésicos. Necesitamos aliarnos con gente amiga a la que sabemos tan harta como nosotros de vivir una Navidad hueca, agobiante y encima carísima: hacer planes juntos, discurrir estrategias y disfrutar siendo disidentes. Buscar cómplices para humanizarnos un poco más, para contagiarnos de la cordialidad y la cercanía de Dios, para dejarnos sacudir por la pobreza del Niño y dar algún paso hacia los descampados e intemperies de nuestra historia.
*Titulación honorífica en Dialecto navideño. Facilidades para quienes se acerquen a María, la madre de Jesús, porque junto a ella se aprenden las palabras esenciales de la vida: ha mirado mi pequeñez, ha hecho en mí cosas grandes, aquí estoy, hágase, haced lo que él os diga. De ella dice el Evangelio que lo guardaba todo en su corazón, también el secreto de cómo vivir hoy el nacimiento de su Hijo. Puede que nosotros seamos discípulos con dificultades de aprendizaje, pero ella es una Maestra estupenda.
Dolores Aleixandre